Llegaba el 7 de diciembre;
quienes estuvieron aguardando pudieron darse cuenta del enorme esfuerzo que se
hizo para que dicho acontecimiento fuese un éxito, pero nadie se quedó con el
cansancio del trabajo, creo que todos albergamos en nuestro corazón esa sensación
de la ternura de Dios que se desborda sobre nosotros en una profunda caricia al
recibir un regalo tan hermoso: nuestro ¡20 CUMPELAÑOS!!!!!! No hay obras que
merezcan la pena y que su coste haya sido de 24 horas. Debe ser una rutina
creadora y vigilante; para levantar las
paredes de un edificio hay que “aburrirse en la rutina de colocar una piedra,
un ladrillo encima de otro”. Aparentemente no es creativo, pero es necesario
para hacer crecer las realidades que tenemos encomendadas; todo depende de la
actitud ante la vida, de la capacidad de observación, de saber limpiar la lupa
de la fe para reconocer el paso de Dios por nuestra existencia. ¿Rutina
vigilante? Sí, es la de quien tiene los ojos bien espabilados, haciendo todos
los días casi lo mismo, pero abierto a las sorpresas, vivencias de otros/as y
nuevas experiencias.
La experiencia vivida por esos
días fue la constatación del revivir de la fe, una manifestación interior que
nos mueve al perdón y a la reconciliación; torbellinos de cariño circundaron
nuestras vidas, siendo signos de
espontaneidad que permitieron reconocernos como hermanos/as, como pueblo que no
se detiene y custodia celosamente la llama de la fe. Queremos ser un Centro que
salga de casa para tender puentes, muros, sembrar reconciliación, que sepa
acompañar todas las situaciones embarazosas de nuestra gente, comprometidos con
la vida, la cultura, la sociedad, no borrándonos sino caminando con
ellos/as.
Compartamos entonces todo aquello
de bueno que nos queda por ofrecer, continuemos siendo similitud de servicio y
ayuda para todos/as:
·
La misericordia, vista desde diversos ángulos,
pensada pero también sentida y vivida por cada uno de nosotros/as como “pueblo
de Dios”
·
Soñar, Acoger, Amistad, Esperanza y Encuentro,
deben fructificar desde nuestros corazones, dando respuesta para el encuentro
con el otro/a, y a su vez con nosotros mismos/as.
·
“Quien no vive para servir, no sirve para
vivir”, que ha quedado como un lema parta hacerlo vida.
No hace falta realizar grandes
cosas para ser útil en la parcela asignada, si todos ponemos “lo mejor” que
llevamos dentro, cuán hermosa puede quedar la obra completa. ¡Ya verás!
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